martes, 2 de marzo de 2010

La imagen, atractiva, divertida, peligrosa

Sé de sobra que cuidar las apariencias siempre fue importante por razones obvias, pero a día de hoy parece que es lo único que cuenta y esto es algo que nos engancha y esclaviza al mismo tiempo, porque vale, reconozcamos que es divertido como medio, pero convertido en un fin en si mismo, como pasa ahora, es algo claramente peligroso, pues nos aleja de fines más elevados y trascendentes para los que estamos destinados, aunque solo sea para procurarnos paz y felicidad. Y es que en los últimos tiempos las sociedades ricas cultivamos la imagen de forma compulsiva, dejando de lado otros valores que nos harían mucho más felices y por tanto mejorarían de verdad la imagen que tenemos de nosotros mismos. Pero anestesiados como estamos por un consumo desenfrenado y desencantados de los ideales del pasado nos hemos convertido en seres superficiales e individualistas que nos emperramos en el buscar el placer de lo inmediato a cualquier precio.
La juventud, la belleza física, el lujo, aunque sea de todo a cien, son los nuevos iconos, el súmmun del éxito social, a los que de una u otra forma aspiramos todos, como borregos manipulados por las multinacionales a base de inyecciones diarias de estupidez envuelta en sedas, en medios que todo lo abarcan.
Y es que sólo hay que zapear un poco para darse cuenta de que nos enfrentamos a una sociedad en la que prima la imagen vacía de contenido. Realitys y programas rosas donde manadas de personajes guapos e hipermaqueados se pasean con looks horteras, sin saber muy bien que hacer, a parte de perder la dignidad de cualquier forma posible, con tal de lucir sus palmitos repletos de artificios.
Al margen de estos y otros desastres que no vienen al caso, este horror colectivo de ser guapo "por encima de los cuernos de la luna" convierte en un terrible drama el inevitable paso del tiempo, sobre todo porque se lleva nuestro atractivo sexual, algo imperdonable en una sociedad sexualizada hasta el esperpento.
Llegados a este punto la mujer se lleva la peor parte, pues pese al progreso feminista y como máximo exponente del deseo sexual, siente que se queda fuera cuando se hace mayor, rechazada porque su aspecto ya no da la talla, porque no posee el don mas valorado que existe: la juventud.
Doy por hecho que la mayoría estamos alineadas en semejante sin sentido, y aunque las mujeres maduras estamos ahora más guapas y preparadas que nuestras antecesoras no tenemos ni de lejos posibilidades de competir con las increíbles veinteañeras de hoy, en términos de imagen.
Me aterra más que nada la desesperación con la que algunas señoras se lanzan a la búsqueda de la juventud perdida, usando todos los "avances" para seguir siendo deseables hasta el infinito y más allá… en mi opinión con resultados desastrosos en muchos casos.
¿Pero entonces, debemos resignarnos y renunciar a ser atractivas? no creo que se trate de eso, sino mas bien de aceptarnos y desde la aceptación sacar partido a nuestro aspecto y realzarlo sin obsesionarse porque es una batalla perdida de antemano. Ir a un tiempo potenciando nuestra "belleza interior" sí, se que suena a eslogan facilón pero es lo que llevamos dentro lo que nos adornara en esta etapa más que en ninguna otra lo que nos puede diferenciar y dar "valor añadido" que diría un vendedor de alto estanding.
En cualquier caso el tema me preocupa y me interesa, entre otras cosas porque soy una de esas mujeres que ha vivido intentando gustar y gustarse por dentro y por fuera y a menudo me he quedado a medias y frustrada en el intento. Ahora que soy mayor de verdad me pregunto ¿vale la pena tanto esfuerzo para contentar a todos, para ser lo que la sociedad demanda a los cuarenta y tantos? Además, pero que coñ.. demanda esta sociedad a la mujer mayor, si es socialmente inexistente. O al menos yo tengo esa sensación.
Este blog nace desde la desorientación y la fragilidad y está dedicado a las mujeres que como yo, se sienten un poco perdidas en estos tiempos tan curiosos en los que nos ha tocado ser maduras.
Únicamente me propongo buscar y profundizar sobre la imagen externa e interna que de nosotras tiene la sociedad y lo más importante, la que tenemos nosotras mismas. Lo haré a través de las mujeres en general, jóvenes y viejas. Las que me gustan y me disgustan, las que conozco personalmente y las que todos conocen, mis hijas, sus amigas, las mías, yo misma... Cualquiera que me inspire hoy o hace 1000 años me vale, que más da, mi intención es divagar, invitar a la reflexión y compartir mi lío mental. ¿Alguien se apunta?
Besos a todas.
Fuente: Fotolog