lunes, 14 de febrero de 2011

El día del amor

Hoy es San Valentín y como era de esperar, no he recibido ni enviado ningún regalo, declaración de amor, poesía, invitación etc.
Ni me preocupa lo más mínimo porque no me gusta nada este día tan comercial y tan cursi, ni a mí ni a la mayor parte de la gente, creo.
Aunque reconozco que cuando he visto llegar a un mensajero con un precioso ramo de flores para mi compañera me he sentido un poco discriminada :-( por eso cuando he bajado a por mi comida he estado a punto de llevarme un ramo de la gitana de la calle Génova, pero me he resistido. Sería patético comprarme flores a mi misma el 14 de febrero. He seguido la calle y de pronto he visto una película perfecta para hoy: Paris Je T'aime y he pensado, "pues esto no se nota, es discreto y la pelicula es estupenda, amo Paris, es la ciudad del amor, asi que..." ...pues que va ser, que me la he regalado. Y ya de perdidos al rio, he decidido contribuir al día del amor recomendando más amor para todos los gustos, el triste y sensual de las poesias de Neruda, el de esta preciosa pelicula en la que hay muchas versiones del amor, y en el video de una canción que me parece una delicia.
Y es que igual no esta tan mal que haya un día para celebrar el amor? Si es que nunca hay que decir de este agua no beberé. Debe ser la edad, os lo digo en serio, me está cambiando.

PD. por cierto al final SÍ recibí flores :-)





Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.

Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.

Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.

Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.

Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.